domingo, julio 30, 2006

¿Profecía Bíblica: Damasco - Siria : 732 A.C.?

La ciudad de Damasco (en árabe: دمشق ; Dimashq) es la capital de Siria y la capital más antigua del mundo. Según el Nuevo Testamento, San Pablo tuvo una visión de Jesús en el camino a Damasco, por lo cual la ciudad se considera sagrada tanto en el cristianismo como en el islam. Entre sus atractivos turísticos sobresale la tumba de Saladino, el célebre defensor de la Tierra Santa durante la época de las cruzadas. De manera general, Damasco está dividida en dos partes. La ciudad nueva, con sus edificios ´modernos´, y la ciudad vieja, donde se agrupan los atractivos de esta capital con 6.000 años de existencia, que ya aparece mencionada en textos de hace cuatro milenios y medio. Aquí está la gran mezquita, la de los Omeyas, construida en el siglo VIII. El inmenso patio de 122 metros de largo, tapizado de lozas que pertenecieron a un monumento romano, ofrece varias exquisitas decoraciones. Entre ellas, la el tesoro, una construcción que se yergue sobre columnas y que se utilizaba para almacenar el oro del Estado. A doscientos metros de la Gran Mezquita hay un ejemplo de riquísima arquitectura de diseño árabe-otomano, como es el Palacio Azem, del siglo XVIII. Hoy es un museo de las artes y tradiciones y exhibe, en los diversos cuartos, maniquíes que ilustran sobre la vida cotidiana en esa residencia, que perteneció al gobernador de Damasco. La ciudad vieja está sembrada de mezquitas –en todo Damasco hay cerca de700- de muy diversas épocas. La capital de Siria conoció diversas épocas de oro: en el siglo VII, por ejemplo, cuando dejó de estar en manos de la Roma de oriente, Bizancio (Estambul), y pasó a ser la sede de un imperio musulmán; de aquella época es la mezquita de los Omeyas. Tuvo otra edad de oro en el siglo XIII, aunque ya cien años antes, cuando Jerusalén cayó en poder de los cruzados, la ciudad se había transformado en un sitio de resistencia islámica frente a los embates del “ejército de Dios”. Pasaron los mongoles y los mamelucos y en el siglo XVIII, ya en poder de los turcos del Imperio Otomano, recobró el brillo que se había opacado un poco. De aquella época datan decenas de palacetes y residencias magníficas, nada ostentosas en el exterior pero lujosas puertas adentro. Mucha historia cruzó por Damasco, ciudad que, además, fue durante siglos un punto obligado de reaprovisionamiento y descanso para las caravanas de 20 mil personas y 10 mil camellos que iban camino de la sagrada Meca; todavía faltaba un mes por el desierto. (Continua)
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